viernes, 30 de diciembre de 2011

"Rocío Dúrcal era inalcanzable pero luego se convertía en Marieta y podía darle achuchones"

Hablar de Rocío Dúrcal es hablar de una estrella inalcanzable. La cantante de éxito poco tenía que ver con Marieta. El alter ego de Mari, como la llamaba su marido, era una artista que llenaba cada rincón de los escenarios que pisaba. "A Rocío Dúrcal siempre la veía en un escenario en lo alto, nunca sobre el suelo", ha dicho Antonio Morales.
Pizpireta, cariñosa y muy humana. Cuando se bajaba del escenario Marieta era la mujer, la compañera, la madre... Se desvivía por aprovechar el tiempo que pasaba junto a su familia. Divertida y única. Era el pilar de su familia y de Junior, que admiraba por encima de todo a Mari, a la mujer con la que compartía el día a día.  "Marieta era única. Era una mujer de carne y hueso. La podía palpar. Rocío Dúrcal era más etérea", ha dicho el compositor. 
La relación con la artista era diferente. Junior y su mujer mantenían una distancia prudencial cuando Marieta se vestía de la Dúrcal. Ni besos, ni arrumacos. Los cariños se quedaban para la intimidad. "A Rocío Dúrcal siempre la he visto como algo inalcanzable por suerte luego era Marieta y a ella si podía tocarla. Cuando era Rocío Dúrcal no me aprovechaba de ella, no le daba un beso delante de la gente. En eso eramos muy comedidos. A Marieta sí. A Marieta le daba todos los achuchones y apapaches que se le pueden dar a una mujer", ha recordado Junior.

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